Ahora
que se sacan las banderas por la ventana
y se convierten hasta los balcones más pijos
en improvisados tendederos
por alguna razón que, perdónenme,
no alcanzo ni de puntillas a entender
yo tengo unas irrefrenables ganas
de sacar a la ventana
las sábanas sobre las que dormimos anoche
de colgar allí tu ropa interior
y mi ropa interior
cada una de las pruebas de nuestro amor.